Miles de personas se congregaron hoy para pedir la renuncia del presidente sudanés, Omar al Bashir, en una de las manifestaciones más numerosas en los casi cuatro meses de protestas en el país árabe, que se han intensificado tras el éxito de las revueltas de Argelia.
Una muchedumbre logró llegar a las puertas del cuartel general del Ejército en Jartum a pesar de que la Policía y los militares trataron de dispersar las marchas en varios puntos de la capital sudanesa con gases lacrimógenos y otros materiales antidisturbios.
"El Ejército está con nosotros, no tenemos miedo", coreaban los manifestantes a las puertas del cuartel general para tratar de ganarse el favor de los militares, que hasta ahora han mostrado fidelidad ciega a Al Bashir.
Otro grupo de decenas de manifestantes se dirigió hacia la residencia oficial de Al Bashir, pero la Policía se lo impidió, según dijeron testigos a Efe.
El grito de "El pueblo quiere que caiga el régimen", uno de los lemas más populares de las protestas de la Primavera Árabe de 2011 en varios países de la región, resonó con fuerza este sábado frente al cuartel general de los militares sudaneses.
Los grupos opositores que organizaron la marcha emitieron un manifiesto dirigido a los oficiales en el que pidieron al Ejército "alinearse con las demandas de las masas".
"A las Fuerzas Armadas les interesa aceptar un nuevo sistema democrático que ponga fin a las guerras y dirija los recursos en beneficio de las personas y rehabilite las instituciones del Estado, que han sido devastadas, incluidas las Fuerzas Armadas", afirman en el documento.
Tras varias horas de protesta, los militares pidieron a los manifestantes que se dispersasen, pero centenares de personas se mantuvieron concentradas frente a la sede de las Fuerzas Armadas, con banderas sudanesas y coreando consignas contra el régimen de Al Bashir.
Al comienzo de la noche, los militares usaron gases lacrimógenos para dispersar a los manifestantes que aún se congregaban en el lugar, según testigos.
La Asociación de Profesionales Sudaneses, sindicato opositor que ha estado al frente de las protestas desde mediados de diciembre, proclamó este 6 de abril como "el Día de la Victoria".
El sindicato pidió a los sudaneses que se mantengan en las calles y hagan una sentada en las principales avenidas de Jartum hasta que "caiga el tirano".
Las protestas se desataron el 19 de diciembre, coincidiendo con el regreso al país desde el exilio del principal líder opositor, Sadeq al Mahdi, líder del partido islamista Al Umma, y motivadas por los precios disparados de productos básicos como el pan y los combustibles.
Las manifestaciones estaban languideciendo en las últimas semanas, pero hoy regresaron con una fuerza inédita, en parte por el ejemplo del éxito de las revueltas de Argelia que han llevado a la renuncia del presidente Abdelaziz Bouteflika.
El exportavoz de la presidencia Abu Izzaldin dijo a Efe que el intento de emular lo que ocurrió en Argelia no es más que una "imitación ciega", ya que "en Argelia el Ejército presionó a Bouteflika", y en Sudán las circunstancias son diferentes.
El partido Al Umma convocó la manifestación de este sábado coincidiendo con el aniversario del levantamiento popular del 6 de abril de 1985, que llevó al derrocamiento del entonces presidente, Yafar al Nimeiri, que encabezaba un régimen militar.
Esa revolución dio paso a un breve periodo democrático de cuatro años, en el que ganó las elecciones a primer ministro Sadeq al Mahdi, quien fue derrocado en un golpe de Estado en 1989 por Omar al Bashir.
En las primeras semanas, las protestas fueron reprimidas con munición real, lo que causó la muerte de al menos 30 personas, según números oficiales, mientras que grupos de derechos humanos elevan ese cálculo a 50 fallecidos.
Para tratar de aplacar las calles, Al Bashir decretó el estado de emergencia el 22 de febrero y prohibió todo tipo de manifestaciones, lo que ha llevado al arresto y condena de centenares de activistas en juicios sumarios.
Del mismo modo, Al Bashir trató de calmar las calles anunciando su renuncia a la presidencia del partido gubernamental, así como cesando a varios ministros y altos cargos, pero las protestas no han cesado a pesar de estas concesiones.
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