El presidente de Filipinas, Rodrigo Duterte, defendió su política exterior "independiente" tras regresar de su visita oficial a Rusia, país con el que se firmaron acuerdos bilaterales de cooperación y una decena de tratos de negocios por valor de 12,5 millones de dólares (11,4 millones de euros).
A su llegada anoche a Davao (sur de Filipinas), tras cinco días en Rusia, Duterte resaltó que su segunda visita a la nación euroasiática "fue clave para balancear la política exterior de Filipinas hacia la independencia, el equilibrio y la agilidad diplomática".
La relación entre Filipinas y Rusia antes de la llegada al poder de Duterte en 2016 era casi inexistente, pero el mandatario de 74 años ha reorientado su política exterior hacia ese país y China, principales rivales de EEUU, aliado histórico de Filipinas.
"Los logros de esta visita nos acercan a nuestro objetivo de una vida estable, cómoda y segura para todos los filipinos. Esa es mi visión y mi obligación con la nación y haré todo lo posible para lograrlo", afirmó Duterte, que ve en Moscú y Pekín socios adecuados para el desarrollo del país, aunque las encuestas revelan que los filipinos desconfían de esos países y prefieren a EEUU.
En su reunión con el presidente ruso, Vladimir Putin, éste se comprometió a ayudar a Filipinas en la lucha antiterrorista -importante para un país en conflicto con insurgencias comunistas y yihdistas- y se abordó a posibilidad de que Rusia instale plantas nucleares en el país asiático.
Duterte nunca ha ocultado su admiración por Putin, al que se ha referido como su "ídolo" o su "héroe preferido".
Sobre la nueva política exterior de Filipinas, el portavoz presidencial, Salvador Panelo, apuntó este lunes que sería normal que EEUU se sienta "un poco inseguro" con los lazos más estrechos de Filipinas con Rusia, país con el que negocian la compra de equipos militares.
Aunque la relación política y económica con Estados Unidos se ha enfriado durante la administración Duterte, sigue siendo el principal socio de Filipinas en materia de defensa y su principal proveedor de armamento y de asistencia militar.
Washington y Moscú, las dos mayores potencias nucleares del mundo, ya han mantenido en los últimos años fuertes tensiones en asuntos geoestratégicos como la guerra de Siria, la anexión de Crimea o las denuncias de intromisión electoral.
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