Ajenas a la jornada electoral, las empleadas domésticas del Sudeste Asiático que trabajan en Hong Kong, la mayoría filipinas e indonesias, disfrutan de su día libre reunidas en parques, jugando a las cartas y compartiendo sesiones de peluquería, manicura y pedicura.
"Éste es el mejor día de la semana", clama riendo a carcajadas tras ganar una nueva ronda de póquer Elisa, una filipina de 56 años que lleva 26 trabajando como empleada doméstica de la misma familia hongkonesa.
Hoy está contenta porque, debido a la convocatoria electoral, el domingo transcurre sin altercados y ha podido reunirse con sus amigas filipinas, una "tradición" que en los últimos meses se ha visto frustrada por las protestas que grupos prodemocráticos han convocado cada fin de semana desde junio.
"Muchos domingos hemos tenido que quedarnos en casa porque no había transporte, el metro estaba cortado, o irnos antes porque las protestas llegaban hasta aquí", explica a Efe en el parque Chater, cercano a la Estación Central, donde las filipinas se suelen reunir y donde también se han llevado a cabo mítines y manifestaciones en los últimos meses.
En Hong Kong hay unas 398.000 empleadas domésticas extranjeras y más de 200.000 son filipinas, las más numerosas, seguidas de las indonesias, que suelen pasar los domingos en el Parque Victoria, en la zona de Causeway Bay, otro punto caliente de las protestas.
"Yo he estado muy asustada durante las protestas. He estado meses sin salir a la calle", confiesa Joyce, de 28 años, que solo lleva en Hong Kong un año y medio, la primera vez que sale de Filipinas.
Con los pies en alto para que se le seque la pedicura recién hecha, Leni, de 32 años, cuenta que su vida es Hong Kong "es buena" porque la familia con la que lleva trabajando cinco años la trata bien, aunque en los últimos meses ha estado preocupada por el cariz cada vez más violento de las protestas.
"Creo que protestan para tener más libertad", apunta Leni, que reconoce que no sabe mucho sobre lo qué está pasando.
Como Elisa y Joyce, Leni es natural de la provincia de Cagayan, en el extremo septentrional de Filipinas, una zona remota y poco desarrollada, con pocas oportunidades de empleo, por lo que ninguna se plantea marcharse de Hong Kong porque allí ganan "mucho más".
Aunque aseguran que sus empleadores las tratan bien, ninguna quiere revelar su apellido para no ser identificada ni confesar su salario, pero el empleo doméstico está entre los trabajos peor pagados en Hong Kong, con un salario mínimo de unos 600 dólares al mes, cantidad exigua en la ciudad más cara del mundo para vivir.
Firman contratos por unos dos años que les obligan a vivir con los empleadores, sin límites en la jornada laboral y con pocas garantías. "El trabajo se termina cuando todo está hecho, sea la hora que sea", cuenta con sorna Connie, que lleva 14 de sus 47 años en Hong Kong, entre el alboroto y las risas de sus compañeras.
"Este trabajo es muy importante para mí, por eso durante las protestas fui responsable. Si no estaba segura de poder regresar a casa a tiempo, yo optaba por quedarme", apuntó Connie en alusión a algunas compañeras que perdieron su trabajo en los últimos meses por incorporarse tarde al trabajo por culpa de las protestas.
Además de las sesiones de peluquería, manicura y pedicura, las filipinas también comparten comida: llevan fiambreras con "pancit canton" -un plato tradicional filipino de fideos con verduras habitual en celebraciones como cumpleaños- y "putos", un dulce elaborado con harina de arroz.
A varias paradas de metro, las indonesias -menos numerosas y escandalosas- se reúnen en el Parque Victoria, aunque no acampan allí todo el día como hacen las filipinas, sino que sólo pasan unas horas durante la tarde.
Antes van de compras por los puestos callejeros de Dragon Rise, comen en alguno de los restaurantes populares de la zona y acuden a la mezquita a rezar, relata a Efe Annie Sumari, una indonesia de 47 años originaria de la isla de Java que lleva cinco en Hong Kong.
"Salimos a despejarnos un poco porque nos lo merecemos después de toda la semana trabajando, solo eso", contó tímida Annie, que no quiso comentar sobre las protestas porque ella "no tiene nada que ver con eso".
El recrudecimiento de la violencia en Hong Kong preocupa a las agencias empleadoras que contratan a estas mujeres, y el Departamento de Trabajo de Filipinas insinuó la posibilidad de prohibir el envío de más trabajadoras migrantes filipinas.
La consultora Helper Choice ha estimado que el veto a estas contrataciones en Hong Kong tendría un fuerte impacto porque las empleadas domésticas extranjeras contribuyen en un 3,6 % al Producto Interior Bruto de la ciudad, con unos 12.600 millones de dólares.
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