Los bajos precios del vino español a la hora de exportar, la debilidad del consumo nacional y los efectos del cambio climático son algunos de los principales retos de un sector extremadamente atomizado, donde cuesta "hacer marca" y que se muestra preocupado por el tsunami antialcohol que se avecina.
Los desafíos de cara al futuro de esta industria han sido protagonistas hoy del Foro Nueva Economía, en una jornada en la que han participado bodegueros y autoridades -entre ellos el ministro de Agricultura, Pesca y Alimentación en funciones, Luis Planas-.
Durante el turno de preguntas se han tocado varios puntos sensibles para el sector no exentos de polémica, como la apuesta (o no) por el granel, la reforma de los consejos reguladores, la rigidez en las variedades o incluso la tendencia a plantar almendros u otros cultivos donde hoy hay viñas en busca de mayor rentabilidad.
Entre los ponentes, el director general de la Organización Internacional de la Viña y el Vino (OIV), el español Pau Roca ha recordado la peculiar estructura del sector, con más de 400.000 declarantes de cosecha y más de 6.600 productores de vino, a los que se suma una segmentación de precio muy amplia, "que no existe en ningún otro producto agrícola".
Esta estructura presenta "poca rentabilidad inmediata y despierta poco interés entre las multinacionales" del sector, según Roca, que pese a ello considera que este modelo da "resiliencia" al sector.
El director general de la OIV -cuyo nombramiento, del que se cumple ahora un año, exigió un intenso trabajo diplomático por parte de España- ha alertado del "tsunami anti-alcohol" que se está viendo en el ámbito mundial, por lo que ha instado a la industria a aliarse con la ciencia para que el vino no se vea perjudicado.
"Hay un gran portavoz que es la Organización Mundial de la Salud (OMS) que actúa como una especie de Vaticano, estamos casi ante un movimiento religioso. Ésa es la realidad. Por mucho que hagamos por promover los beneficios del vino tenemos dificultades, por lo que hay que actuar dentro de la OMS, tener actitud de diálogo y quizá podamos diferenciar al vino de otras bebidas alcohólicas", ha dicho.
Entre los bodegueros, Emilio Restoy (del grupo cartagenero Zamora, dueño de Ramón Bilbao) ha hecho hincapié en los "brutales" cambios en el consumidor y en que el reto del vino está en adaptarse a las nuevas generaciones, para lo que hay que "salir de la zona de confort", especialmente en España, donde el consumo per cápita se ha desplomado en las últimas décadas.
Otro de los problemas estructurales es el bajo precio al que exporta, con una media que ronda 1,47 euros por litro en 2019, cuatro veces menos que el francés, en parte debido al peso del granel en el volumen total.
El consejero delegado del grupo Osborne, Terry Osborne, ha animado al sector a buscar "nuevos momentos de consumo y no ser tan rígidos con los formatos ni las variedades", tras reconocer que al país le cuesta vender su producto, sobre todo en el mercado exterior.
"En España tenemos un porcentaje de granel muy destacado al que debemos darle valor también, tenemos palancas para hacerlo", ha defendido.
El presidente de Cooperativas Agroalimentarias de España, Ángel Villafranca, ha criticado la existencia de algunos "consejos reguladores que no aportan valor al vino en su territorio", por lo que ha instado a plantearse "cuáles hay que mantener y cuáles hay que reformar".
Félix Solís -presidente del grupo del mismo nombre- ha advertido de la oportunidad que supone el cambio climático para el sector, un fenómeno que ya se está notando y está obligando a desplazar los viñedos "del sur al norte".
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