El presidente de Bulgaria, Rumen Radev, retiró este martes de forma simbólica su confianza en el Gobierno de centroderecha y lo acusó de poner en peligro la supervivencia del Estado por no luchar con determinación contra la corrupción.
"Asistimos a una aguda crisis en la gobernanza a todos los niveles, la falta de voluntad para las reformas y la lucha contra la corrupción, la violación metódica de la ley y la moral, ha llevado a Bulgaria a la parálisis", declaró el jefe del Estado en un discurso inusualmente crítico.
Radev dijo que retiraba su "confianza" en el Gobierno, un acto simbólico para demostrar su insatisfacción con el Ejecutivo del primer ministro conservador Boyko Borissov.
El presidente en Bulgaria, un antiguo comandante del Ejército del Aire, tiene un papel fundamentalmente protocolario y, aunque fue electo como independiente, cuenta con el apoyo de la oposición socialista.
"Órganos estatales se atreven amenazar a los que no están de acuerdo y critican al poder. Vemos una ofensiva contra los libertades civiles. Este Gobierno nos lleva hasta la desintegración del Estado y nos priva de un futuro como nación", agregó.
Esta declaración de Radev se produce poco después de que la Fiscalía búlgara expresara sospechas de que el presidente estuvo implicado en una "actividad criminal" no precisada, aunque ha paralizado la investigación hasta que el Tribunal Constitucional determine si se puede investigar al jefe del Estado en ejercicio.
Borisov consideró la declaración de Radev como una "interferencia en la independencia de las autoridades".
"Es un intento de buscarse un enemigo y desviar la atención (de la Fiscalía) y explicar qué irregularidades ha hecho", replicó el jefe del Ejecutivo.
Bulgaria ha estado bajo el escrutinio de la Unión Europea (UE) por su limitado éxito en la lucha contra la corrupción, lo que le ha impedido unirse a la zona libre tránsito de Schengen.
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