La fachada de la Catedral de Barcelona fue lisa y sin ornamentos hasta 1913, fecha en la que se acabó de plasmar el proyecto hoy visible, obra de Josep Oriol Mestres y su ayudante August Font e inspirado en un dibujo del siglo XV de Charles Gautier, más conocido como Mestre Carlí.
Así lo relata una exposición que puede visitarse desde este martes hasta el 12 de abril en la casa de la Pia Almoina, enmarcada en las actividades celebradas con motivo del año Vallmitjana, conmemorado el pasado 2019.
La Catedral permaneció desde el siglo XV con una fachada "sencilla y sin casi ornamentos", "poco acorde" a la majestuosidad del conjunto arquitectónico, y así siguió hasta que el banquero Manuel Girona decidió, ya en el siglo XIX, financiar una nueva fachada y un cimborrio de estilo neogótico.
Explica Cristina Rodríguez, una de las comisarias de la muestra, que se organizó un concurso con el objetivo de escoger un nuevo proyecto para la fachada, en el que participó Joan Martorell -ayudado por Antoni Gaudí y Lluís Domènech i Montaner- pero que, sin margen para la sorpresa, ganó el propio Girona -con un proyecto ejecutado por Mestres-.
El concurso, seguido con atención por la opinión publicada de la época, contrapuso dos modelos distintos: por un lado el de Martorell, "neogótico romántico", con una altura de hasta 97 metros y mucho énfasis en lo ornamental; por el otro del de Mestres, "más horizontal, sobrio y cercano al gótico catalán".
Parte de la prensa señaló como mejor el proyecto de Martorell, pero la contienda la venció Mestres, que vistas las alabanzas cosechadas por su contrincante decidió incorporar algunas de sus ideas.
Así, al proyecto inspirado en un dibujo del siglo XV de Mestre Carlí, Mestres añadió dos torres laterales, gabletes sobre las ventanas y elevó el cimborrio hasta los 90 metros... unos retoques que hay quien ha tachado de "apropiación de ideas de Martorell" y quien, más benevolente, describe como "una síntesis" entre ambos diseños.
Las obras de la fachada comenzaron finalmente en 1887 y terminaron en 1913, con Mestres ya fallecido y el que fuera su ayudante, August Font, al mando del proyecto.
Si la primera parte de la exposición repasa la construcción de la fachada, la segunda explora las 25 esculturas que esta presenta, que debían asemejarse al arte cristiano de los siglos XIV y XV sin dejar de incorporar aspectos más modernos.
El grupo de Cristo y el apostolado corrieron a cargo de Agapit Vallmitjana -integrante de esta saga familiar junto a su hermano Venanci y su sobrino tocayo, Agapit-, Joan Roig se encargó de 76 figuras de pequeño tamaño y el entonces obispo de Barcelona, Jaume Català, determinó cuáles eran los diez santos que debían tener presencia en el resto de la fachada.
Las esculturas tenían que ser validadas por la Real Academia de las Artes de San Fernando, de Madrid, cuyas críticas por excesiva "modernidad" y "naturalismo" obligan a repensar algunas de las obras presentadas en primera instancia.
Destaca Rodríguez que esta exposición no solo recorre la historia de la fachada de la Catedral, sino que "pone énfasis en la parte humana y las historias personales" que de ella derivan.
Un conjunto de "historias singulares" que hacen que esta muestra tenga un carácter diferente.
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