El sacerdote chileno Mariano Puga (1931-2020), que falleció esta madrugada a los 88 años, dedicó su vida a los más pobres y a la defensa de los derechos humanos, ya fuese durante la dictadura de Augusto Pinochet (1973-1990) o durante el actual estallido social que vive el país.
Hijo de un ilustre parlamentario y embajador en Estados Unidos y nieto materno del VII marqués de Casa Concha, su origen aristocrático le permitió realizar estudios primarios y parte de los secundarios en Londres.
Allí se había establecido temporalmente su familia, y al regresar a Suramérica ingresó en la Pontificia Universidad Católica de Chile para estudiar la carrera de Arquitectura.
Fue entonces cuando un trabajo relacionado con vivienda social lo condujo junto a algunos compañeros al campamento de San Manuel, en la comuna de San Joaquín, donde entró en contacto con la extrema pobreza, y tras un voluntariado permanente ayudando a los más pobres optó por abandonar sus estudios universitarios para ingresar al Seminario Pontificio. Fue ordenado sacerdote en 1959.
Comenzó así la trayectoria de quien es conocido popularmente en Chile como "el cura obrero", trabajando por los más pobres y viviendo con ellos en lugares como la Villa Francia, ubicada en la comuna santiaguina de Estación Central; en las también poblaciones capitalinas de Pudahuel o La Legua; o en la Región de Los Lagos (sur), específicamente en la localidad de Colo, isla de Chiloé.
Además, el padre Mariano fue uno de los fundadores y miembro de la Fraternidad Sacerdotal Jesús Caritas, inspirada en el carisma del beato Carlos de Foucauld, de la cual fue su responsable internacional entre 2000 y 2006.
En su labor en pos de los más desfavorecidos, Puga lideró una resistencia pacífica contra la dictadura protegiendo a los perseguidos y denunciando los lugares de tortura de los servicios secretos.
El sacerdote, quien participó en varias huelgas de hambre cuando se descubrieron los primeros lugares donde habían enterrado a desaparecidos de la represión del régimen militar, estuvo detenido durante tres semanas en el campo de concentración Villa Grimaldi, un centro de torturas de la dictadura por donde pasaron 4.500 detenidos de los que 226 desaparecieron.
Tras salir de prisión obtuvo una audiencia con el propio Pinochet, a la que llegó "después de haber orado mucho", pensando que tal vez lograría cambiar su actitud, recordó en una reciente entrevista.
"Si yo callara de las torturas que presencié en Villa Grimaldi, de los desaparecidos, de los pobres que se mueren en la miseria, Cristo me diría, tal como dice el Evangelio, que me apartara de Él. Prefiero que me siga tomando preso a ser maldecido por Jesucristo", le dijo Puga a Pinochet, según el sacerdote contó en una antigua entrevista.
Según este relato, Pinochet respondió: "Mariano, si yo estuviera en su lugar haría lo mismo", lo que hizo pensar al sacerdote que Pinochet se estaba convirtiendo, "pero, acto seguido, dijo con un tono duro y seco" que si él (Puga) estuviera en su lugar "tendría que tomar las mismas medidas para gobernar".
Al final de la entrevista, Pinochet le pidió que se fuera del país por unos meses, y él viajó a Perú, donde trabajó dos meses en unas barriadas de Lima.
A su regreso, Puga le dijo a Pinochet que veía que las cosas seguían igual o peor, "con las torturas y las muertes", recordó.
DENUNCIA DE ABUSOS EN LAS PROTESTAS
Puga no ha sido ajeno al estallido social que vive Chile desde el pasado 18 de octubre, con una revuelta popular que exige la renuncia del presidente del Gobierno, Sebastián Piñera, y en cuyo marco se han producido hechos de extrema violencia, han fallecido más de 30 personas y las fuerzas del orden han sido denunciadas por la comisión de abusos y violaciones de derechos humanos.
Días después del comienzo de las protestas, publicó una carta en la que criticaba que "Piñera no entiende lo que está detrás del clamor de la gente".
"Él y muchos como él, no pueden entender el despertar del pueblo, no entiende que las leyes que sostienen el sistema social, de salud, de trabajo, de previsión es excluyente, egoísta, inhumano", expresaba la misiva.
La semana pasada, en su última aparición pública, Puga ofició una misa en honor de los fallecidos, heridos y encarcelados durante las protestas, así como de los carabineros heridos y de los comerciantes y de las personas que han sido atropellados en sus derechos en este tiempo, tal y como el propio cura recordó en una carta escrita desde el hospital.
Puga también tuvo una visión crítica sobre casos de violaciones a los derechos humanos y al abuso de menores que se han conocido en el seno de la Iglesia católica de Chile.
En 2009 fue condecorado con el premio "Héroe de la Paz", que anualmente otorga la Universidad Alberto Hurtado. La ceremonia, efectuada en dependencias del Congreso Nacional, fue encabezada por la entonces presidenta de Chile, Michelle Bachelet.
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