Los cumpleaños son una forma de recordarnos que el tiempo avanza. Con el confinamiento ha cambiado tanto la manera de percibir los días como la de celebrar los cumpleaños. Ahora, lejos de familia y amigos, tal vez sin velas ni regalos, pedimos deseos y felicitamos desde detrás de una cámara.
Pedro es ingeniero. Divorciado, con 54 años y una enfermedad cardiovascular, está pasando la cuarentena solo en su casa de Málaga. Aunque, como cuenta a Efe, lleva el confinamiento “relativamente bien", explica que uno de los momentos más difíciles fue el día del cumpleaños de su hija.
Ana, que acaba de cumplir 5 años, está pasando estas semanas en Almería con su madre y, como Pedro es grupo de riesgo, acordaron interrumpir el régimen de visitas.
“Ver que no tenían velas para soplar y escucharla cantar 'cumpleaños feliz' desde la pantalla, sabiendo que no sé cuándo voy a poder abrazarla otra vez, fue bastante difícil”, comenta. “Pensar en que no he podido darle un beso a mi hija cuando cumple 5 añitos me destroza”.
Vicky, opositora de 28 años, pasará su cumpleaños este 23 de abril confinada en su piso de Málaga. Reconoce a Efe que no le apetece celebrarlo. “No tengo ganas porque estoy encerrada. Encima tengo clase 'online' y no puedo hacer las celebraciones que hago normalmente”.
Este año tiene pensado comprar algo especial para cenar con sus compañeras de piso y hará videollamadas con sus amigos y su madre. Comenta que lo peor de celebrarlo durante la cuarentena es, “lógicamente”, no poder tener en persona su felicitación y su abrazo.
Señala que le cuesta encontrar algo positivo. “Lo único bueno es que al menos no estoy sola y puedo cenar y beberme unas cervecitas con mis compañeras de piso”.
Dice que tiene la esperanza de que el confinamiento acabe pronto para poder ver a sus amigos y celebrarlo “aunque sea en casa”, y añade que será un cumpleaños que recordará siempre por las circunstancias y espera que, a pesar de todo, sea un día especial.
Pablo es actor y músico. Celebró el 13 de abril su vigésimo quinto cumpleaños a más de 1.600 kilómetros de casa, en el piso que tiene alquilado en Londres. Ese día, lo primero que encontró al levantarse fue que sus compañeras le habían preparado una sorpresa en el salón: lo habían decorado, le habían comprado una tarta y algunos regalos.
Cuenta que le dieron una diadema de unicornio y un pin que ponía “It’s my birthday” y, como en Reino Unido se puede salir a hacer ejercicio una vez al día, salió a correr con ellos puestos. “Fue muy divertido porque toda la gente del parque con la que me encontraba me iba diciendo felicidades a dos metros de distancia”, explica.
Por la tarde hizo una videollamada con toda su familia. “Parecía Nochebuena”, comenta. Como sorpresa, le habían preparado un vídeo de 16 minutos con fotos y felicitaciones que estuvieron viendo todos juntos. “Me emocioné muchísimo. Fue una cosa muy bonita al darme cuenta de toda la gente que hay ahí”.
Aunque piensa que fue de los cumpleaños más raros que ha vivido, explica que el no tener ninguna expectativa, el no estar evaluando o pensando cómo está aprovechando el día, le hizo disfrutarlo mucho más.
“Creo que ha sido uno de los mejores que he vivido por esa falta de expectativa y por todo el cariño que recibí de tanta gente que me importa”. Comenta que este cumpleaños le ha hecho darse cuenta de lo “bonito” y lo “importante” que es tener una familia así. “No importa lo lejos que estés, porque sabes que siempre están ahí”.
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