El cierre de fronteras por la covid-19 en los pases andinos no impide que miles de venezolanos sigan cruzando por trochas de un pas en otro movidos por el "virus del hambre", todo un desafo para los Gobiernos que tratan de impedir la propagacin del coronavirus.
Se cuentan por miles los migrantes venezolanos que cada mes siguen cruzando de Colombia a Ecuador, y de Ecuador a Per, en busca de un futuro por decenas de pasos ilegales que las autoridades no alcanzan a controlar: cuando destruyen uno, se abre otro.
"Cruzamos por trochas, nos toca pasar un ro, caminar el monte con muchos riesgos", cuenta a Efe Arturo, un joven migrante que este martes se adentraba en el territorio ecuatoriano desde Colombia, tras 21 das "mochileando".
Para cruzar cada frontera desde su lejana Venezuela, este valenciano paga el equivalente de entre 5 y 10 dlares, una suma nada despreciable para quien no tiene nada.
"No es un secreto que Venezuela ahora est muy difcil. Gracias a dios nos ayudaron de ACNUR, los organismos mundiales nos han prestado apoyo para refugio, comida y aqu estamos", dice con un tono conformista impuesto por la ineludible realidad.
Otro joven venezolano relata que por las carreteras que han transitado hay "gento, una multitud", y no son pocos los peligros que les acechan en su camino a los pases del sur del continente, principalmente Per y Chile, como tambin al entregar su suerte a las mafias para poder atravesar las trochas.
PER PONE FRENO
Durante el ltimo ao y medio Ecuador ha destruido algunas de estos pasos en su frontera con Colombia, por las que acceden los venezolanos y el contrabando, pero se trata de una gota en un vaso de agua.
El martes, Per lanz una operacin con ms de 1.200 hombres y 50 vehculos militares, incluidos blindados, para vigilar unos 30 pasos ilegales en su frontera con Ecuador.
El despliegue militar ha dado lugar a algunas situaciones de tensin cuando soldados han efectuado disparos al aire en seal de advertencia, lo que ha propiciado que la Defensora del Pueblo de ese pas recordara "el inters superior del nio, los derechos a la reunificacin familiar y a solicitar asilo".
HAMBRE E INSULTOS
Como tantos migrantes de la Repblica Bolivariana, Edison Aguilar se ve obligado a mendigar para subsistir durante su largo viaje por el continente.
"Hemos pasado hambre, ha sido fuerte la cosa. Algunas personas nos ayudan, otras nos tratan mal, nos ofenden, nos insultan pero, unas que otras, nos ayudan con la mano en el corazn", explica en la ciudad ecuatoriana de Tulcn.
Alrededor de ella, entre sus pastorales paisajes, el drama de la migracin venezolana fluye en silencio junto al cauce del ro Carchi, frontera natural entre Ecuador y Colombia.
Por ese lmite han pasado en los ltimos cuatro aos ms de un milln y medio de venezolanos, unos solos, otros con familia. Nios, jvenes, adultos, ancianos...
Unos 400.000 han encontrado refugio en Ecuador, el resto han seguido camino a Per y Chile, pases mucho ms apetecibles antes de la pandemia para labrarse un porvenir y poder mantener a los que quedaron atrs.
CENTRO OFICIOSO DE MIGRACIN
Aguilar, natural de Caracas, va acompaado de su mujer y llevan un mes mochileando para llegar hasta Guayaquil, cruzando trochas en manos de coyoteros y evitar "el riesgo de que uno se vaya por un ro de esos y llegue como sea".
"Cerca" ya de su destino, unos 660 kilmetros de una larga travesa, Aguilar habl con Efe mientras trataba de conseguir pasajes de autobs para l y su mujer: "para que no se me vuelva a caer de una mula porque, aunque es fuerte, est embarazada".
Sin datos sobre el trnsito ilegal entre fronteras, Fernando Villarroel, administrador de la terminal de autobuses de Tulcn, se convierte para los periodistas en una especie de "departamento oficioso de migracin".
"Desde el jueves 14 hasta el lunes 18, tuvimos una gran, gran, afluencia de pasajeros extranjeros, un 8 5% de nacionalidad venezolana", comenta.
En esos cuatro das, pasaron por la terminal "ms usuarios que en las ltimas tres semanas de diciembre", el perodo de mayor movimiento por las Navidades.
"Hemos hecho un clculo de que en esos cuatro das se movilizaron ms de 6.500 personas", asegura sobre el fuerte incremento, que se ha normalizado desde entonces a "unos 300 extranjeros diarios que se desplazan hasta Per y Chile".
Un agotador viaje de ms de 800 kilmetros y de 14 a 15 horas, por las sinuosas curvas del corredor andino.
LOS RIESGOS DE LA COVID
Para las autoridades, el paso de estos migrantes se ha convertido en una amenaza sanitaria, dado que no hay control sobre posibles contagiados y el virus se desplaza con ellos a lo largo de su recorrido.
"No todos colaboran con el distanciamiento o el uso de mascarilla y tuvimos que recurrir a megfonos constantemente para separarlos", recuerda Villarroel.
Pero frente a la covid-19, para el migrante venezolano pesa ms el hambre, la falta de trabajo, la escasez de servicios mdicos, la persecucin poltica, como el caso de Rubn Gallardo, un ingeniero que, pese a una discapacidad en la columna, lleva un mes caminando.
Cruzar trochas es para l una quimera, por lo que, cuenta, sus compaeros de viaje lo "cargan" y ayudan "arrastrndole".
Del operativo fronterizo en la zona de Huanquillas-Tumbe, en el norte de Per, ni siquiera ha escuchado, pero su determinacin es llegar a ese territorio para reunirse con un familiar.
Y si no hay una trocha, habr otra. Ms difcil es conseguir los 5-10 dlares para cruzarla, y mayores an los riesgos.
"Nos roban en las trochas, nos quitan dinero, nos amenazan, pero seguimos la lucha y seguiremos hasta el destino que queremos llegar", concluye.
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